En muchas ocasiones, los acontecimientos presentes nos conectan directamente con la historia de nuestros ancestros o localidades queridas. En la actualidad, la guerra que Rusia ha desatado contra Ucrania pone de relieve la importancia de rechazar cualquier acción violenta, por supuesto, pero también lo fundamental que resulta disfrutar de una autosuficiencia energética.

Una preocupación que ya intentaron resolver en la provincia de Huelva a principios de siglo XX, como queda reflejado en trabajos como el de Félix Sancha, colaborador de la Asociación Cultural Lieva, quien en su libro ‘Los orígenes de la industria electroharinera en la provincia de Huelva’ (Biblioteca Serrana, Asociación Lieva, 2015) recoge iniciativas de producción de energía eléctrica como ‘La Comunal’, en Aroche, ‘Virgen de los Dolores’, en Encinasola, y Santa Teresa en El Repilado (Jabugo).

De esta última aventura empresarial se cumplieron recientemente 120 años, y resulta interesante contemplar los paralelismos históricos con el momento presente, salvando las distancias. La investigación pertenece al trabajo que Lieva está desarrollando con la colaboración de la Fundación Unicaja para dar a conocer las aventuras emprendedoras del último siglo en la comarca serrana onubense.

En efecto, si existió una iniciativa emprendedora que simbolizó a la comarca serrana en su conjunto en la historia contemporánea, esa fue, sin duda la que significó la empresa Santa Teresa de Electricidad, Sociedad Anónima.

Su creación en Jabugo, el 1 de enero de 1902, fue todo un acontecimiento. Contó nada menos que con un millón de pesetas de la época como capital social y al estar sustentada por numerosos prohombres de la zona, como los Sánchez Romero, los García Moreno o, sobre todo, la familia Talero, buque insignia de este emprendimiento que involucró a La Sierra de lleno en la Revolución Industrial.

Esta tardía llegada al progreso supuso un auténtico vuelco en las relaciones sociales, laborales y sociales de la zona, con Santa Teresa de Electricidad, S.A. como uno de los focos principales de impulso. Obras faraónicas, jornadas de trabajo interminables, ingenieros llegados desde otras latitudes para supervisar los proyectos, como los alemanes Schultz o German Mildner, quien murió ahogado en el depósito del ‘Salto’ y, en general, una ilusionante apuesta que nació de un desvío de la ribera del Múrtiga para llevar el agua a través de una kilométrica lieva hasta la Central Hidroeléctrica de Los Batanes, en La Nava.

Esta ‘fábrica de luz’, más conocida como ‘El Salto’, fue centro neurálgico de las líneas que llevaban la energía y el progreso a localidades de La Sierra, la Cuenca Minera o el sur de Badajoz.

La producción de energía a través de saltos y conducciones de aguas ofrecía, ya en la época, numerosos problemas de ingeniería, distribución, averías, etc. Uno de los más evidentes era el de la falta de lluvias, necesarias para alimentar ‘El Salto’, durante el verano. Aunque el cambio climático es ahora mucho más evidente y amenazante para el planeta, ya durante los comienzos y desarrollo del negocio de Santa Teresa se producía esa falta de materia prima durante el estío. Para solventarlo, construyeron una central térmica en El Repilado, junto a sus oficinas y el resto de sus instalaciones.

Esta central, cuya magnífica estructura se mantiene aún en pie y donde la Asociación Lieva y el Ayuntamiento de Jabugo quieren instalar un Museo de la Electricidad, se levantó al pie de la línea del ferrocarril Zafra-Huelva y contaba con una máquina de gas alimentada con leña que llegaba en trenes a la estación.

Un documento recientemente aportado por Eloy García Peña, socio de Lieva, indica el comportamiento de las lluvias en el primer tercio del siglo XX, con picos tan bajos como el año 1927, en que sólo se recogieron 203 litros por metro cuadrado. Esa anualidad, según Sancha, la sequía redujo la producción de energía eléctrica en ‘El Salto’ casi un 30% en relación al ejercicio anterior, lo cual provocó que la central térmica repilense tuviera que generar la alta cifra de 946.25 kw/h.

La tercera correspondencia con los tiempos que corren fue el adelanto tecnológico que Santa Teresa aportó a La Sierra, similar a la revolución tecnológica que ahora se vive con los móviles de última generación. La necesidad de comunicar desde ‘El Salto’ con los hitos de producción de la energía, fundamentalmente con la ‘Casa del Guardalievas’, en la aldea de Las Chinas, o con los operarios de las distintas localidades, obligó a establecer una red interna y propia a través de la cual se dieran instrucciones y avisos a cada instalación y trabajador. La consecuencia fue que Santa Teresa instaló el primer cableado telefónico con que contó la comarca, y fueron muchos los serranos que acudían a hablar con sus familiares que vivían lejos en las casas de los trabajadores de la compañía.

Además, esta compañía constituyó un ‘holding’ empresarial compuesto por otras iniciativas complementarias, como serrería, fábrica de harinas, una caja de ahorros para sus empleados, panadería, la construcción de casas baratas, la empresa ‘Automóviles de la Sierra’ o un almacén de trigo.

Y es precisamente esta última línea de emprendimiento de Santa Teresa la que nos ofrece la tercera concomitancia que encontramos entre aquel tiempo con la realidad, al estar en entredicho la distribución de una gran parte de la producción mundial de trigo, a causa de la guerra en Ucrania.

Precisamente, la empresa serrana fue partícipe y accionista de grandes compañías del sector, como la Nacional Harinera de Madrid, y llegó a ser una de las principales protagonistas de la importación de trigos, procedentes nada menos que de Rusia, según la Memoria de Valoraciones para el año 1905 redactada por Luis B. de Andrés y Altamiras, oficial de la Aduana de Huelva.

La vida de Santa Teresa duró hasta 1978, en que quedó definitivamente absorbida por la entonces Sevillana de Electricidad. Fueron décadas repletas de luz, de emprendimiento y de detalles de una trayectoria que se inició en 1902 y que presenta relevantes coincidencias con las sensaciones que pueden vivirse 120 años después.

Ha habido intentos de resucitar la concesión de la explotación de la ribera del Múrtiga para la producción de energía eléctrica, siguiendo la estela de la vieja empresa teresiana, pero el menor ciclo de lluvias actual no ofrece buenos números. En todo caso, la eventual resurrección de una empresa eléctrica onubense, sea hidroeléctrica o basada en alguna otra fuente de alimentación, plantearía soberanía energética para estas tierras, algo fundamental hoy en día y que ya se está intentando con energías renovables, iniciativas de autoconsumo y las comunidades energéticas que se están poniendo en marcha en algunos rincones.

Otra forma de aprovechar el legado de Santa Teresa es el de la lucha contra incendios, junto al patrimonial y turístico, para lo cual el Ayuntamiento de La Nava ha elaborado, junto a la Asociación Lieva, un proyecto que ha enviado a las instituciones para poner en funcionamiento de nuevo el antiguo depósito de agua que abastezca a helicópteros del Infoca y rehabilitar la antigua lieva para que pueda ser transitable como ruta senderista.

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