España será el único país de las grandes economías del continente al que la Comisión Europea mantiene la previsión de crecimiento del PIB, concretamente en el 1,7%, más del doble del estimado para la eurozona. Estas previsiones provisionales de invierno reducen las perspectivas de crecimiento para este año y sitúan la inflación en una senda descendente inferior a la proyectada el pasado otoño. Ahora se estima que la actividad económica en 2023 se habrá expandido solo un 0,5% tanto en la UE como en la zona del euro. Las perspectivas de crecimiento para 2024 se revisan a la baja hasta el 0,9% en la UE y el 0,8% en la zona del euro. En 2025, todavía se espera que la actividad económica crezca un 1,7% en la UE y un 1,5% en la zona del euro. Se prevé que la inflación medida por el IAPC de la UE caiga del 6,3% en 2023 al 3,0% en 2024 y al 2,5% en 2025. En la zona del euro, se prevé que se desacelere del 5,4% en 2023 al 2,7% en 2024 y al 2,2% en 2025.
El modesto crecimiento del año pasado se debe en gran medida al impulso del repunte económico pospandemia de los dos años anteriores. Ya hacia finales de 2022, la expansión económica llegó a un final abrupto y desde entonces la actividad se ha estancado en términos generales, en un contexto de caída del poder adquisitivo de los hogares, colapso de la demanda externa, un fuerte ajuste monetario y la retirada parcial del apoyo fiscal en 2023. Por tanto, la economía de la UE entró en 2024 con una base más débil de lo esperado. Después de evitar por poco una recesión técnica en la segunda mitad del año pasado, las perspectivas para el primer trimestre de 2024 siguen siendo moderadas.
Aún así, ha habido novedades positivas desde las previsiones de otoño de 2023, especialmente en lo que respecta a la inflación. A la fuerte caída de los precios de la energía le siguió una moderación generalizada y más rápida de lo esperado de las presiones sobre los precios. Dado que el suministro de energía sigue superando a la demanda, los precios al contado y futuros del petróleo y especialmente del gas son ahora significativamente más bajos de lo previsto en las previsiones de otoño. Por lo tanto, los precios minoristas de la energía seguirán cayendo, lo que ayudará a la UE a recuperar parte de la competitividad perdida durante la crisis energética. A pesar de la leve presión alcista proveniente del aumento de los costos de transporte a raíz de las perturbaciones comerciales en el Mar Rojo, la inflación subyacente continúa en una trayectoria descendente constante. Las condiciones crediticias siguen siendo estrictas, pero los mercados ahora esperan que el ciclo de relajación comience antes. Sorprendentemente, el mercado laboral de la UE sigue funcionando con fuerza.
En definitiva, según datos de la UE, las condiciones para una aceleración gradual de la actividad económica este año parecen seguir dándose. A medida que la inflación se desacelera, el crecimiento de los salarios reales y la resiliencia del empleo deberían respaldar un repunte del consumo. A pesar de la caída de los márgenes de beneficio, la inversión se beneficiará de una flexibilización gradual de las condiciones crediticias y de un mayor despliegue del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (FRR). Se espera que el ritmo de crecimiento se estabilice en líneas generales en línea con el potencial a partir del segundo semestre de este año.
Las prolongadas tensiones geopolíticas y la ampliación del conflicto de Oriente Medio al Mar Rojo inclinan la balanza de riesgos hacia resultados más adversos. Otras perturbaciones comerciales podrían generar nuevas tensiones en las cadenas de suministro, obstaculizando la producción y aumentando las presiones sobre los precios. A nivel interno, una recuperación más rápida del consumo, un crecimiento de los salarios mayor de lo esperado y una caída de los márgenes de ganancia menor de lo previsto podrían frenar el proceso de desinflación. En el lado negativo, una transmisión más persistente de las condiciones monetarias aún restrictivas podría retrasar aún más el repunte de la actividad económica, lo que reduciría la inflación. Los riesgos climáticos y la creciente frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos siguen planteando amenazas.
Datos para España
Se estima que la economía española se habrá expandido un 2,5% en 2023, ligeramente por encima de lo proyectado en otoño, y los datos preliminares para el cuarto trimestre apuntan a una aceleración (0,6% intertrimestral) en comparación con el tercer trimestre. El consumo privado y, en menor medida, la inversión fueron los principales motores del crecimiento del PIB a lo largo de 2023. La demanda externa, que contribuyó negativamente a la expansión económica en el segundo y tercer trimestre del año pasado, se recuperó en el cuarto trimestre.
Se prevé que el crecimiento del PIB real se modere hasta el 1,7% en 2024, sin cambios respecto al otoño, debido a la combinación de varios factores. En el ámbito externo, se prevé que el debilitamiento del impulso del sector turístico y la todavía débil situación económica de los principales socios comerciales de España limiten el dinamismo de las exportaciones. En el frente interno, el impacto retardado de los aumentos de las tasas de interés pesará sobre la demanda interna, especialmente a la luz de los ratios deuda interna y externa/PIB aún elevados, aunque en disminución.
Aún así, se espera que el consumo y la inversión sostengan la expansión económica este año, beneficiándose también de un remanente de 2023 mayor de lo previsto. Se espera que el consumo privado se vea respaldado por mayores ganancias reales de los ingresos de los hogares y por el uso parcial de el todavía elevado nivel de ahorro de los hogares. Tras el dinamismo mostrado en 2023, se prevé que el crecimiento del empleo se desacelere este año, pero seguirá contribuyendo a sostener la actividad económica. Se espera que el crecimiento de la inversión se vea respaldado por la aplicación más amplia del Plan de Recuperación y Resiliencia. También se verá respaldado por la sana situación financiera de las sociedades no financieras y la flexibilización esperada de las condiciones de financiación durante el horizonte de previsión. Se espera que el crecimiento del PIB se acelere nuevamente en 2025, hasta un 2,0% no revisado, gracias al revitalizado crecimiento de la inversión y la contribución positiva proyectada de la demanda externa.
La inflación anual medida por el IAPC se desaceleró hasta el 3,4 % en 2023, favorecida por la caída sostenida de los precios de la energía a lo largo del año. Las presiones sobre los precios subyacentes se aliviaron de manera más gradual a medida que la transmisión de los altos precios de la energía a otros artículos se desvaneció en el último trimestre de 2023. Se espera que la inflación general se modere aún más este año, alcanzando un promedio del 3,2%, con la tendencia a la baja de los precios subyacentes. Se espera que las presiones continúen en los próximos trimestres. Al mismo tiempo, la esperada eliminación gradual de la mayoría de las medidas gubernamentales para mitigar el impacto de los altos precios de la energía ejercería una presión al alza sobre la inflación. Se prevé que la inflación medida por el IAPC siga disminuyendo hasta el 2,1 % en 2025. Para 2024, esta cifra es ligeramente inferior a la de las previsiones de otoño, mientras que la previsión para 2025 se mantiene sin cambios.